La fascinación de la forma humana, como sujeto de la creación artística consciente, aparece en las sociedades primigenias asociadas a todas las manifestaciones de sus culturas. Expresarse con el cuerpo, a través del cuerpo y regodearse en copiar, depurar, idealizar, reinventar y verse reflejado en la representación que cada artista, de cada tiempo y momento, creyó suyo, propio y bello y lo impuso como parámetro emblemático de su época, con la cual se identifica, se reconoce y da nombre. El cuerpo humano egipcio, es por tanto diferente al griego, al chino o al maya. Hemos aprendido a leer los siglos y las culturas por las representaciones humanas que de ellas se derivaron. Expresar toda esta carga de elementos subyacentes en las civilizaciones, diversas y contemporáneas todas, ha constituido el eje central de un universo de ficción en donde, por esquemática, estilizada o simple que sea, la forma humana es reconocible: cuerpos, torsos, cabezas, detalles, figurines, parejas, multitudes, caricaturas y metamorfosis, estatuas, monumentos, solos, tristes, eufóricos, victoriosos, heroicos, hieráticos, solemnes, patriotas, ángeles y dioses, criaturas todas, las grandes y las pequeñas, las famosas y el hombre común, corriente y moliente, todos han sido representados, no ha escapado uno solo.
Es la cerámica en donde se han realizado las primeras manifestaciones de representación artística del cuerpo humano. Si a esto le aunamos la fascinación por la representación, nos lleva a la presente experiencia en la que ocho ceramistas han creado, en base de su entorno o de su próxima irrealidad, la estructuración narrativa inherente a todo arte figurativo, cada forma humana o su serie nos cuenta una historia, cercana a la fantasía o de lejana realidad. Somos lo que recordamos, lo que representamos y lo que soñamos sea certidumbre. En cada una de las formas humanas expuestas hay una lectura profunda y otra superficial: Ironía y sarcasmo, gozo y alegría, desolación y abandono, testimonio y denuncia, armonía y equilibrio, estolidez y hedonismo, sensualidad y decadencia, estabilidad y solidez. Hay un límite que enmarca y encierra la lisura de la piel. La estructura representada. Hay una carga anímica, emotiva y sensible, que parte de los ojos del que al mirar se ve reflejado en la cercanía de la emoción que completa a toda creación artística.